El lobo no da tanto miedo... 6 mitos sobre los lobos
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El lobo no da tanto miedo... 6 mitos sobre los lobos

Desde pequeños hemos escuchado que los lobos son depredadores que matarán a cualquiera que les saque los dientes. Incluso en la canción de cuna se canta que algún top gris seguramente debe morder al niño en el costado. Pero, ¿el lobo es tan aterrador como solíamos pensar? ¿Qué hacer si te encuentras con un apuesto hombre gris en el bosque?

Foto: lobo. Foto: flickr.com

Mitos y realidades sobre los lobos.

Mito 1: Un encuentro con un lobo es mortal para los humanos.

Esto no es verdad. Por ejemplo, las estadísticas de Bielorrusia, donde hay muchos lobos, muestran que en los últimos 50 años ni una sola persona ha muerto por el ataque de este depredador. Para un lobo, en principio, no es típico atacar a las personas, esto no forma parte de su costumbre. Además, intentan mantenerse lo más lejos posible de las personas y evitar por todos los medios el contacto con ellas. Los lobos suelen ver a las personas, pero permanecen invisibles para ellas.

Mito 2: Todos los lobos son rabiosos

De hecho, entre los lobos se encuentran animales rabiosos. Sin embargo, ésta no es la regla, sino la excepción. Si surge una situación epidemiológica peligrosa, el Ministerio de Salud habla de ello. Y en este caso, al caminar por el bosque, se debe tener cuidado: los animales rabiosos están controlados, lamentablemente, por enfermedades.

Por cierto, los lobos contraen rabia con menos frecuencia que los perros mapaches o los zorros. 

Mito 3: Los lobos sólo se encuentran en zonas silvestres.

A los lobos en el bosque les gusta tumbarse cerca de los caminos transitados por la gente: así observan y controlan lo que sucede. Sin embargo, esto no significa que se aprovechen de las personas: no seguirán a una persona ni se acercarán a ella. Sin embargo, un lobo joven puede seguir a un hombre por curiosidad, pero aun así no se acercará.

Foto: lobo. Foto: pixabay.com

Mito 4: Los lobos rodean las casas de las personas, aúllan por la noche y asedian

Este comportamiento de los lobos se encuentra sólo en cuentos de hadas e historias de fantasía. Los lobos no rodearán la vivienda de un hombre, y mucho menos sitiarán.

Mito 5: Los lobos entran en los graneros y destruyen a las mascotas.

A los lobos no les gustan los edificios y, en general, los espacios cerrados. Incluso en los establos abandonados, donde no hay puertas, los lobos no entran. Pero los animales que la gente deja desatendidos (en particular, los perros que deambulan por el vecindario en busca de comida) pueden convertirse en víctimas de los lobos hambrientos.

Aunque los lobos no suelen cazar cerca de viviendas humanas, hay individuos que se “especializan” en animales domésticos. Sin embargo, esto sólo ocurre cuando hay muy pocas presas “naturales” para los lobos. Pero esto es culpa de quien destruye los ungulados. Si hay suficientes ungulados salvajes, los lobos los cazarán y no se acercarán a las viviendas humanas.

Otra forma de "atraer" a los lobos a las viviendas humanas son los cementerios de ganado, los vertederos y otros lugares donde se acumulan los desechos de alimentos, organizados de forma analfabeta. Eso también es culpa del hombre.

Mito 6: A causa de los lobos, la población de ungulados sufre: alces, corzos, etc.

La población de ungulados sufre por culpa del hombre, en particular por los cazadores furtivos o por la caza incontrolada. Los lobos no pueden reducir críticamente el número de alces, corzos o ciervos. Prueba de ello es la zona de Chernobyl, donde los alces y los ciervos, principales presas de los lobos, se sienten muy bien, aunque allí hay muchos lobos.

En la foto: un lobo. Foto: flickr.com

¿Qué hacer al encontrarse con un lobo?

"Cuando te encuentras con un lobo, debes alegrarte", bromean los expertos. Después de todo, no es tan frecuente encontrarse con esta hermosa y cautelosa bestia.

Pero si aún ves un lobo, simplemente ve con calma hacia el otro lado, no corras, no hagas movimientos bruscos que puedan parecer amenazantes para el animal, y todo estará bien.

El lobo no da tanto miedo como solíamos pensar.

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