Nuestra historia comenzó en un día helado de febrero de 2012...
Saqué al niño del jardín de infancia y bajamos la colina en trineo. Allí vimos un perro bastante grande que corría entre los niños e intentaba jugar con ellos. Como no había ni un solo adulto en la colina, quedó claro que no tenía hogar. En aquellos días, las heladas nocturnas alcanzaban los -25 grados y, por supuesto, el perro se compadecía. Nosotros, que nunca bajamos la colina, la llevamos a casa y la alimentamos. La perra corrió alegremente hacia nosotros, sin siquiera pensarlo, entró en la entrada, en el vestíbulo y, finalmente, en el apartamento, como si nos conociera desde hacía mucho tiempo. cereales, huesos, caseta equipada y aviario. Y decidimos que mi marido llevaría este perro al trabajo. Después de comer, el perro se quedó dormido sobre la alfombra del pasillo. Pero cuando llegó su marido, ella gruñó y no lo dejó acercarse a ella, de lo que dedujimos que los hombres la ofendieron. Después de todo, en sus patas ya había heridas curadas, pero más bien profundas, en las que ya no crecía el pelo. Decidimos que se quedaría con nosotros un par de semanas hasta que se acostumbrara y luego su marido la llevaría a trabajar. No pensábamos dejar al perro con nosotros, ya que ya teníamos un gato y vivíamos en un departamento alquilado. La primera mañana, el marido sacó a pasear al perro y ella se escapó de él con la correa. Durante unos 30 minutos la persiguió por la zona, pero ella no se le acercó. Regresó a casa sin ella. Estaba tan enojado que me vestí rápidamente y corrí a buscar al fugitivo que lo perseguía. Le pregunté a todos los que conocí y, afortunadamente para mí, la chica que caminaba hacia mí dijo que vio un perro con una correa debajo del balcón de una casa vecina. La encontré a unos 2 kilómetros de nuestra casa, y en cuanto llamó, inmediatamente corrió, empezó a saltar, a lamerse la cara… En general, los dos estábamos felices de volver a encontrarnos. Resulta que lo encontré dos veces. Hoy no podemos imaginar la vida sin nuestra amada niña. La niña la besa todos los días, la acaricia, la abraza y cuando nos vamos de vacaciones mira sus fotos todos los días. Deseamos que cada familia encuentre un amigo tan fiel, devoto y afectuoso. Con la llegada de un perro a nuestra casa, las sonrisas, la alegría y las risas se han vuelto mucho más. Las fotos fueron tomadas por Tatyana Prokopchik especialmente para el proyecto "Dos piernas, cuatro patas, un corazón".