Hepatitis infecciosa en perros
Prevención

Hepatitis infecciosa en perros

Formas de infección

Puede infectarse como resultado del contacto directo con un animal enfermo, con orina, heces y saliva de perros infectados. El virus puede transmitirse a través de los zapatos o las manos de las personas que cuidan animales enfermos. Los perros que han padecido hepatitis infecciosa pueden excretar el virus en la orina durante más de seis meses.

El adenovirus canino tipo I es bastante estable en el medio ambiente y puede sobrevivir fuera del huésped durante varias semanas. El cloro es la mejor solución para la desinfección.

Síntomas

Después de ingresar al cuerpo del perro, el virus se multiplica, se acumula en las amígdalas y luego se propaga a través del sistema linfático y circulatorio por todo el cuerpo. Las células de los vasos, el hígado, los riñones y la córnea del ojo son las más sensibles a los efectos del virus. El período de incubación es de 4 a 6 días.

Los síntomas pueden variar mucho en severidad. El primer síntoma es un aumento de la temperatura corporal; en algunos casos, debido a la rapidez del curso de la enfermedad, la muerte se produce ya en el primer día después del inicio de los síntomas de la enfermedad.

La probabilidad de muerte es del 10 al 30% y suele ser mayor en perros jóvenes. La coexistencia con otras infecciones, como la peste o la enteritis por parvovirus, empeora mucho el pronóstico.

Otros signos típicos de hepatitis infecciosa:

  • letargo;

  • Falta de apetito

  • Gran sed;

  • Conjuntivitis;

  • Secreción clara de la nariz y los ojos;

  • Dolor abdominal;

  • Vómitos.

También se puede observar coloración amarillenta de la piel y hemorragias petequiales en la piel y las membranas mucosas. Como consecuencia de la inflamación de la córnea y del tracto uveal, puede aparecer nubosidad o coloración azulada de la córnea (síndrome del ojo azul), este síntoma suele presentarse varias semanas después de la desaparición de los síntomas principales. Los daños al sistema nervioso (paresia, alteración de la coordinación de movimientos, convulsiones) son extremadamente raros y generalmente se asocian con hemorragias en varias partes del cerebro. En los perros vacunados, la enfermedad es más leve, normalmente como una infección respiratoria.

Diagnóstico

Es imposible hacer un diagnóstico preciso sólo por motivos clínicos, por lo que para diagnosticar esta enfermedad se utilizan ampliamente pruebas rápidas, que permiten identificar el antígeno del patógeno en la secreción nasal, ocular o en el suero sanguíneo. Para determinar la gravedad de la enfermedad, son necesarios análisis de sangre generales y bioquímicos, un análisis de orina y una prueba de coagulación sanguínea, que permiten evaluar el nivel de daño a los riñones, el hígado y el sistema hematopoyético.

Tratamiento

No existe un tratamiento específico, por lo que la atención se centra principalmente en la terapia sintomática y de apoyo, la buena atención y la nutrición.

La terapia de mantenimiento (infusión) es la administración intravenosa de líquidos y soluciones nutritivas a través de un catéter especial. En algunos casos, es necesario internar a la mascota en un hospital; todo depende de la gravedad de la enfermedad y del estado general del paciente. La búsqueda oportuna de ayuda profesional siempre aumenta las posibilidades de recuperación.

Prevención

Dado que es imposible evitar la exposición al virus de la hepatitis infecciosa, el mejor método de protección hoy en día es la vacunación preventiva. La vacuna contra la hepatitis infecciosa está incluida en la mayoría de vacunas complejas y es básica, es decir, recomendada para su uso en todos los perros a partir de las 9 semanas de edad.

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